Ateísmo

2009

Por si fueran pocos los conflictos, problemas, incertidumbres y dudas que el mundo y la sociedad nos ofrecen cada día, aparecen de improviso unos preocupadísimos propagandistas del ateismo y nos quieren adornar los autobuses con eslóganes de que “probablemente Dios no existe”, al tiempo que nos invitan a gozar de la vida -lo que no está mal- sin limitaciones ni obstáculos. Eso sí, no indican el cómo ni los medios.

Resulta paradójico que quienes no creen en la existencia de Dios, sean los que más piensan en Él, hasta el extremo de formar Asociaciones y gastar tiempo y dinero 

-otra paradoja- en propagar su creencia, o no creencia en este caso, de manera obsesiva, en vez de simplemente, como aconsejan, dedicarse al placer con la mayor intensidad y exclusividad, eliminando cualquier barrera interpuesta.

Podría concluirse, de aceptar la negación de Dios, que si todo acaba aquí lo sensato y práctico sería, como propagan, pasárselo bien sin preocuparnos de los modos y medios utilizados ni, por supuesto,  de los demás si nos estorban. Después de todo, la selección natural no es otra cosa que el triunfo del más fuerte o astuto. La convivencia, así, se convertiría en una lucha feroz, sin moral, respeto ni temor; algo que ocurre en  bastantes más ocasiones de lo deseable, pero que acaba siendo reprimido, o disminuido, por la propia sociedad. Sobre este hecho se ha pensado y escrito mucho, hasta llegar a la elaboración de unos principios como los del “derecho natural” o a fundamentar la convivencia en un supuesto pacto social (Hobbes), por el cual cedemos libertad y nos limitamos, a cambio de seguridad.

Pero ni tales principios puede afirmarse que hayan sido inmutables y respetados siempre por la mayoría, ni el contrato social fue un convenio real, consciente y meditado del hombre, sino mera elucubración de mentes preocupadas por los comportamientos humanos a través de la historia. Por ello resultan insuficientes  y hay que escarbar y profundizar en los hechos y buscar causas.  Y, entonces, solo encontramos una explicación posible y sensata: Alguien programó el devenir de todos los seres, de forma especial el hombre, para llevarlos a un desarrollo físico e intelectual como  el que nos encontramos ahora. Y ese insólito ingeniero programador de tan complicado y complejo funcionamiento como es la vida, no puede ser otro que el Creador, Dios, causa y motor de la existencia del mundo.

Y este Dios, cuyas andanzas por la tierra recordamos estos días de Semana Santa, nos declaró  hijos suyos, pese al comportamiento humano, tantas veces desviado de sus preceptos, al tiempo que nos indicaba  que en momentos de tribulación y necesidad nos dirigiéramos a ËL, como es natural y lógico, como Padre nuestro…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *