Lucena y nuestra bella primavera
1995
1995 Llegamos hasta ti, Altar del Cielo el corazón sangrando dolorido y la voz quebrada en un gemido, buscando, impotentes, tu consuelo. Y olvidamos en este anhelo las veces que en culpable olvido de tu amor, te hemos ofendido, al despreciar tu maternal desvelo. Pero tú, siempre madre amorosa, jamás te nos muestras enojada, y …