La felicidad

2003

¿Existe la felicidad?  Si consiste en la satisfacción por la posesión de algo, tendríamos que verla en quienes dedican todos sus esfuerzos a la acumulación de bienes,  pues caben en ellos todos los objetos o cosas que pueden ser poseídos. Ocurre, sin embargo, que  esa satisfacción – lo que  en principio hemos considerado como felicidad- jamás está completa, pues nunca  el sujeto se encuentra lo suficientemente  satisfecho con lo conseguido. Para el ambicioso de riqueza, por ejemplo,  ésta jamás alcanza un límite óptimo, siempre  habrá un espacio vacío, que se agranda y agranda, sin posibilidad de llenarlo,  para su desesperación.

Si consideramos que la felicidad puede ser  el conocimiento,  el saber la verdad o realidad de las cosas,  nos encontramos que  es tan vario, tan diverso e inabarcable  este mundo, que jamás llegaremos, dada la limitación de nuestra vida, a comprenderlo en toda su extensión y profundidad 

Si pensamos que la felicidad puede encontrarse en la belleza,  bien poseyéndola como objeto, bien  siendo el  sujeto de ese conjunto de armonía que causa atracción y admiración,   el malvado tiempo se encarga de frustrarla:  la rosa  espléndida  que nos atrae, acaba perdiendo su vivo color y deshojándose; el cuerpo elástico, suave, de líneas delicadas, pierde su tersura, la piel se arruga;  la esbeltez se dobla y  encorva y la voz cristalina termina  por convertirse en notas desafinadas y roncas…

Así podríamos  seguir, de forma indefinida, enumerando cosas y situaciones como el poder, la fama, el éxito… Pero todo cuanto  de deseable hay en este mundo y que pudiéramos creer que otorga la felicidad, tiene un final que ya fue previamente dispuesto, no sabemos si por Dios o por un ser demoníaco que desterró la felicidad completa, plena,  para el hombre… ¿O quizá fue el propio hombre que, a semejanza de Prometeo, robó el fuego sagrado del paraíso  -la inteligencia- y fue castigado por ello con una perenne insatisfacción?

                                                                  Miguel Molina Rabasco

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