2012
LOS ARBITRISTAS
Con motivo de esta , más que crisis, enfermedad social y económica que nos ha invadido, y para la que no parece haya tratamiento eficaz hasta ahora, han surgido por todos sitios y de forma muy especial en los medios de comunicación, comentaristas, tertulianos del mas variado pelaje, experiencia y estudios, que proponen, sugieren o inventan soluciones, algunas peregrinas, que me recuerdan a aquellos arbitristas de los que se mofaban Cervantes o Quevedo en nuestro Siglo de Oro y de los que es ejemplo aquel personaje que refiere el Buscón Don Pablos, que para arreglar los graves problemas del reino, explicaba “…ando con un arbitrio que, si como es imposible, no lo fuera, ya estuviera todo sosegado”
Crisis, insuficiencias, tanto en este país como en los de todo el mundo, han existido siempre. Ciñéndonos al nuestro basta recordar que pese a ser, en el pasado, un imperio donde no se ponía el sol y al que llegaban naves cargadas de oro y plata, cuando no eran capturadas por piratas ingleses, esas riquezas iban a parar a manos de banqueros genoveses ,venecianos o judíos, para financiar un combate inútil contra una reforma inevitable y forzar una cohesión territorial imposible sin un liderazgo atractivo, que no era precisamente el que defendían nuestros gloriosos, maltrechos y sacrificados tercios. Así, de los tesoros procedentes de America, se aprovecharon, precisamente, los que combatíamos con esfuerzo quijotesco, digno de mejor suerte, y no se dedicó, como hubiera sido lógico, a fomentar el crecimiento de la riqueza de la nación, esquilmada por los impuestos y sin mano de obra preparada y joven para cultivar la tierra y las incipientes industrias y actividades económicas que empezaban a surgir en las ciudades.
Algo semejante ocurre en la actualidad, con independencia de la parte de culpa que corresponde a la situación económica mundial; Nuestros esfuerzos y medios no los hemos empleado en utópicas aventuras exteriores, pero sí en la construcción de un estado inviable y disgregador, parcelando España y el sentimiento unificador de patria, con la creación de unas mininaciones, para uso y disfrute de ineptos virreyes que hasta osan incumplir la Ley de leyes refrendada por todos los españoles, amenazan o chantajean a todo el país, malgastan recursos, multiplican administraciones y organismos innecesarios, sitúan en puestos claves financieros o directivos a ignorantes, aprovechados indeseables o megalómanos tercermundistas bananeros. Y por si fuera poco, fomentan ideologías y sentimientos separatistas estúpidos, cuando la tendencia social y el deseo de los pocos políticos de valía europeos que han existido, es la conseguir una unión supranacional capaz de evitar enfrenamientos y facilitar intercambios de bienes y cultura. Esto sin destacar las esperpénticas payasadas de algún tipejo barbudo, seudopolítico progre y sus seguidores, incitando a la apropiación violenta y a la ocupación ilegal, con lo que cualquier emprendedor se asusta y huye despavorido, empobreciendo mas a la desafortunadas y resecas tierras del sur.
Parece que los españoles tenemos vocación suicida. En vez de unirnos nos disgregamos y permitimos la existencia de partidos con programas para la destrucción del país, y consentimos la quema de símbolos, y la persecución de la cultura y lengua comunes, y la corrupción institucionalizada (recuérdese aquella denuncia del 3% de Maragall), y el apoyo directo o indirecto a los terroristas, y el poder exorbitante de minorías por mor de una ley electoral nefasta que permitió, no hace tanto, presidir una Comisión de derechos humanos a un desalmado terrorista, hoy escondido no se sabe donde. O tal vez si.
Y como todo esto, que es una minima parte de la realidad, genera un gasto creciente, financiado con una deuda que aumenta en progresión casi geométrica, para frenar el desastre se recurre a reducir sueldos, eliminar prestaciones, elevar impuestos buscando una solución equivocada si no se elimina la división territorial. Pero mucho me temo que la eliminación indicada sea algo tan imposible, con los políticos actuales de todas las ideologías, como la propuesta del arbitrista quevedesco para conquistar cierta plaza, que un pedazo de mar impedía, mediante el recurso a chupar el agua con esponjas, para dejar expedito el camino. Para la situación actual, aquí y ahora, tal vez se le ocurriera al genial personaje, si no utilizar esponjas, si inventar una potente aspiradora que absorbiera a tanto mentecato e indeseable.
31-8-12