Lucena, todo un verdadero ejemplo de ciudad abierta, universal y acogedora

2002

No recuerdo en este momento a quien pertenece la frase de que “la historia de los pueblos felices carece de interés», frase, ciertamente, con gran carga de verdad, aún cuando reconocerlo nos produzca amarga decep ción al pensar que sólo el conflicto y la confrontación, más o menos violentas, en ocasiones cruentas, son los que otor gan cualidad de interesante al devenir de los pueblos. 

En el caso de nuestra ciudad -Lucena- no podemos asegurar que a lo largo del tiempo haya sido completamente feliz; pero sí puede afirmarse que no ha padecido conflictos graves ni conmociones de los que dejan huella perenne, tanto en el alma colectiva, como en su historia. Investigadores tenemos para rebatir o con firmar el hecho. 

Personalmente, con ocasión de elaborar una tesina, hube de indagar -pese a mi absoluta nulidad para menesteres de desempolvar archivos- sobre las agitaciones campesinas andaluzas y, muy en particu lar, en esta zona nuestra. 

El resultado, salvo error u omisión, fue para mi sorpredente: mientras las localidades del entorno estuvieron y padecieron una casi constante situación de en frentamiento social -Montilla, Aguilar, Espejo, Puente Genil, etc-, Lucena, con breves y esporádicos episodios sin importancia, permaneció tranquila, sosegada, sin violencias. Esto a pesar de las ideas de Fourier y Cabet, que caían entonces sobre un terreno abonado por el hambre, consecuencia de sequías y desigualdades. Tal vez alguien pudiera pensar que esta pasividad o falta de confrontación era consecuencia del miedo debido a un férreo sometimiento; no parece que fue ra así, pues la historia posterior no lo ha confirmado.

Lucena es ciudad pacífica, poco conflictiva, tal vez por inconsciente hábito de herencia de su pasado, cuando fue cobijo de muy distintas gentes y culturas. Ello debió influir en su trasnformación o conversión como ciudad abierta; abierta a todos los aires renovadores y a todas las ideas, respoetándolas sin combatirlas, pero conservando su peculiar idiosincracia. Es como si en el subconsciente colectivo – si puede expresarse así- hubiera quedado como un sedimento de pretéritos comportamientos, cuando fue refugio judío y sede la más floreciente escuela tamúdica en los siglos XI y XII.

PROSPERIDAD

La prosperidad que hoy trtan de imitar otras ciudades es hija de una forma largamente gestada, que no se conforma con la realidad y trata de superarlas. Los lucentinos, tal vez en exceso individualista (lo que puede ser virtud en periodos de crisis y rémora en los cotidianos) llevan dentro de cada uno de ellos el germen de un empresario muy personalista; lo que, en definitiva, puede ser en perfuicio, en no pocos casos, para constituir empresas de gran dimensión, capaces de obtener mejores resultados gracias a la economía de escala.

HOSPITALARIA

Más su peculiaridad esencial, sobresaliente, es la innata predisposición a recibir a toda clase de gente; ciudad abierta he dicho más arriba y convendría completar el adjetivo acogedora. Nadie que alguna vez haya pasado por ella, la olvida. Y no es por sus monumentos -que los tiene-, ni por la singularidad de sus fiestas -que sí son singulares-, ni por sus actividades económicas y culturales -importanes todas-; por lo que siempre queda en el recuerdo del visitante es por la amabilidad y sencillez en el trato, la liberalidad en el obsequio y la atención incondicionada a los lucentinos, siempre dispuestos a ayudar y hacer agradable la estancia del visitante.

2002

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