2006
Son tantas las tristezas que me afligen, tantos los dolores que me fustigan, tantos los problemas que me agobian que suelo olvidarme de todo, hasta de lo más importante, como es acordarme de Ti. En mi vana soberbia he buscado soluciones imposibles, eludido ayudas que imaginaba forzadas, despreciado convencionales palmaditas apresuradas para esquivar compromisos… He tratado de disminuir o distraer mi pesar mirando al mundo que me rodea, y al contemplar las miserias y maldades que muestra y puede observar hasta al más corto de vista, sin que sea capaz de justificar ni un optimista patológico, mi desaliento se agrava. Solo he observado egoísmos revestidos de hipócritas barnices encubridores, falsos gestos de bondad ocultando apetencias desaforadas, maldades indisimuladas y provocativas incapaces de detenerse ante los desastres que puedan provocar; he temblado de miedo ante la imposibilidad de enfrentarme a la fuerza que oprime y esclaviza; he comprobado cómo se sacrifican vidas inocentes para alcanzar dominio, poder y riqueza; he contemplado las ruinas de pueblos destrozados por causa de locas ideologías que quieren imponerse a sangre y fuego… Señor, no entiendo que pasa en nuestro mundo: parece haber enloquecido y no le importa destruirse ni la forma en cómo llevar a cabo esta esquizofrénica autoinmolación de nuestra especie humana en honor de su propia estupidez o de su demoníaca ambición insaciable. Y lo más extraño, lo más irracional, Señor, es que muchos se apoyan en Ti, como si lo hicieran por Ti, cuando Tu mandato se condensa todo en el amor al prójimo, que implica lo contrario: no herir, no matar, no destruir, curar heridas, limpiar lágrimas de otros ojos llorosos, acompañar al solitario, levantar al caído, dar agua fresca al sediento, cariño al despreciado… Señor, perdona tanta locura y derrama sobre nosotros la paz sin reservas y el bien gratuito de Tu comprensión y amor, ayudándonos a corregirnos, a tener fortaleza…… Y acuérdate, también, de mi personal deseo de felicidad, de tranquilidad y sosiego, otorgándome, aun cuando no merezca nada, fuerzas, paciencia y Tú ayuda, haciendo más ligero el peso de esta vida.